Los padres de nuestra Madre Santísima, Joaquín y Ana, nos dan un ejemplo a imitar, puesto que no dejaron de pedir a Dios por la bendición de tener descendencia.
Sabemos realmente muy poco de los padres de la Santísima Virgen. Por la tradición conocemos que Santa Ana concibió ya mayor a la que sería la Madre de Jesús, a la llena de gracia, ya desde el seno de Santa Ana, Dios quiso adornarla con su gracia.
La Reina del Universo nació en una familia sencilla, tan ordinaria como las nuestras, pero rodeada de un amor muy grande, pues sus padres eran ejemplares en su forma de vivir. Enseñaron a su hija María también a amar a Dios.
Imaginemos el ambiente de cordialidad, alegría, paz, generosidad, piedad, ambiente de trabajo esforzado y deseos de servir siempre a los demás, entre los vecinos serían conocidos y queridos, reconocidos como una familia limpia y sin grandes pretensiones, simplemente ir viviendo lo que Dios les pedía.
En aquellos tiempos era muy poca la gente que sabía leer, y también por la tradición sabemos que María leía y conocía las escrituras. Sus padres seguramente le enseñaron. Destacar la dedicación de Santa Ana y de San Joaquín hacia su hija, enseñándole y cuidándola, con mucha dignidad.
La vida de estos santos estuvo llena de alegrías e ilusiones, pero no les faltaría sus dificultades y sufrimientos como en todas las familias, pero se apoyaban en Dios.
La llegada de María a su hogar, tuvo que haber sido una alegría enorme.
Oración San Joaquín y Santa Ana
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